lunes, 4 de marzo de 2013

Resulta que el café no es lo más amargo del mundo.

La última vez que te vi fue en la tercera esquina que separa tu casa de la cafetería, de nuestros cafés, nuestras tardes. Volvieron los recuerdos. Dicen que te quedas horas ahí sentado, como si esperaras a algo. Dicen que últimamente no estás, que ya nunca sabes cuando amanece. Como si algo en ti hubiera cambiado, como si alguien te hubiera cambiado. Se te nota cansado. Pero sigues igual de guapo. Andas más despacio que de costumbre, como si no tuvieses prisa por llegar a casa. Por saber que nadie te espera. Que yo no te espero. Te he seguido sin permiso, y he visto que estas a oscuras. Quizás te acuerdes de mi. De decirte que brillas tanto que ciegas. Quizás sea eso, que son demasiados recuerdos. Quizás me odies por marcharme, por no atreverme a volver. Café cortado. Corto, como nuestro tiempo. Nuestro tiempo se fue. Solo pasaba a coger mis cosas. A verte de nuevo. Un último vistazo a todo lo que fuimos. Pero no pudo ser. Quizás te guste saberlo, fuimos perfectos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario