viernes, 6 de enero de 2012

Dejarse llevar suena demasiado bien.

No consigo entenderlo. No te entiendo. Mi mundo estaba sumamente hundido, como si hubieses despellejado toda mi vida. Acabaste con ella como si nada. No te costó lo más mínimo. Acabaste conmigo. Y anoche, que llevábamos tanto tiempo sin mirarnos a la cara que se me olvido la figura que forman tus ojos. Esos que traspasan mi nivel de felicidad cada vez que miran de reojo. Y los míos, que te buscan en cualquier rincón aún sabiendo que no estás. Pero ahí estabas, tan insoportablemente guapo. Me cabrea esta situación. Eso de querer comerte la boca en cuanto pasas por mi lado. En aspirar tu olor que para todo el humo formado por el cigarro que sujetan mis dedos solo por llamar tu atención. Primer contacto de manos en meses. No recordaba que simplemente eso fuese tan increíble. Es inevitable querer quitarte la ropa. Aquella canción que me recuerda especialmente a ti suena en la discoteca, y tú a mi lado, pero no hablamos. Son tantas las cosas que tengo que decirte. No se si empezar por un te necesito siempre, o abrazarte con todas mis ganas. La canción acaba. Pero la siguiente también me recuerda a ti. Otro roce de manos. Pero ésta vez tus dedos y los míos se entrelazan, y las miradas se cruzan de tal manera que daña. Con el intento de acercarme a tu oído para decirte que te he echado de menos, tú giras la cara tan despacio que parece que el tiempo se a detenido. Y llega el beso. Aquel tan esperado. Creía que sería estupefacto. Pero fue muchísimo más. El tonteo de labios antes de jugar con la lengua es, probablemente, una de las cosas que más me gusta de ti. Esta noche no hay rencor ni odio. Hoy te querré como nunca, y lo que venga, vendrá. Este momento te lo dedico a ti. Por todas esas veces que nos quedamos de brazos cruzados, porque no hay distancia más puta que el orgullo. Por ti mi orgullo se esfuma. Lo gracioso es que sé que mañana las miradas volverán a ser de reojo, y ni una palabra porque no sabemos ni qué decir. Pero no me importa. Tú y tu estúpido juego pueden conmigo. Y aunque eso me ponga enferma, las ganas de tenerte a mi lado son más grandes. Y me callo, y te sigo besando.

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