viernes, 2 de diciembre de 2011

Siempre habrá algo que hará que nunca te olvide.

 Y se juntaron nuestros labios, y nuestra saliva. Y formaron la mejor mezcla que puede existir, sabía mejor que el Barceló-cola. Increíble, sufrimos los mismos efectos que con el alcohol. Recuerdo el segundo en el que se chocaron nuestros dientes, fue un segundo eterno. Suena sarcástico, pero así fue. Aunque abro los ojos y no te vea ni tampoco te bese, me sigo acordando. La gente suele decir eso de: con el tiempo se te olvidará. Pero no. Esto es como montar en bici, nunca lo olvidas. Me podría tirar una vida y media sin besarte pero cuando lo volviese a hacer sabría cómo hacerlo, y me acordaría de todo lo de antes. Recordaría tus dedos enlazados a los míos, o nuestras lenguas también enlazadas. Siempre estarás aquí, o al menos habrá un hueco para cuando quieras volver. Sé que sigues pensando que me conoces, pero no lo sabes todo. Sabes que te quiero a ti, pero no te haces una idea de las cosas que odio. Odio tu correa, tus pantalones “cagaos”, tu mano por debajo de mi camiseta, y los besos en la oreja. Sí, odio que me toquen la oreja, aunque a ti te encanten. Ya ves, no nos parecemos tanto. Y aunque se empeñen en decir que los polos opuestos se atraen, mienten. Sólo hay un polo que se acerca, y sufre el deshielo que producen los recuerdos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario