domingo, 30 de octubre de 2011

Como siempre.


Un día cualquiera. Ella, que porfin había conseguido dejarle de lado, casi olvidarle. Él, como siempre, con sus amigos y un vaso en la mano. Ella abre la puerta, se ven luces de colores y un Dj pinchando. Baja las escaleras, levanta la mirada y ahí estaba él, tan guapo como siempre. Se miran unos segundos, miradas de odio, rencor, y aparte de eso, amor, un amor irremediable. 
La noche va pasando, ellos se esquivan. En un momento, ella decide ir al baño. Entra, se mira en el espejo, enciende el agua, se moja la nuca, vuelve a mirar al espejo, y como no, ahí estaba él. Y como no, tan radiante.
Es inevitable, le sale una pequeña sonrisa.
- Tú nunca cambias, estás tan guapa como siempre.
+ Y tú nunca cambias, tan hipócrita como siempre.
En ese momento él la coge de la cintura, la empuja hasta uno de los baños. Una vez dentro, la coge en brazos y la pega a la pared. Se miran, estaban tan cerca, que no había ni un milímetro de distancia entre nariz y nariz. Él, le empieza a dar pequeños besos por el cuello, y ella, sin poder evitarlo, se deja llevar. Hasta que él porfin decide hablar.
- Vainilla, como siempre.
+Como siempre.
Algunas cosas nunca cambian.

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