domingo, 30 de octubre de 2011

Aunque quizás debería, mentiría al decir que te olvidé.

Te fuiste, me fuí. Quizás no fueron suficientes los besos qe te dí.
Quizás me quedé corta al decir que contigo hasta el infinito me parecía una cantidad pequeña.
Alomejor las yemas de mis dedos por tu espalda sin dirección alguna, eran insuficientes para ti.
Quizás no te contemplé demasiado mientras dormías.
Puede que esa imagen grabada, en ese espejo, de esa habitacón, donde hasta en el más frío invierno el calor abrasaba, donde yo pasaba el cepillo por mi pelo tras una larga noche, y donde tú, empapado, tapado solo de cintura para abajo, con una toalla blanca, puede que bastante corta, pasabas tus brazos por mi cintura y ese instante de silencio era el mejor del mundo, donde las horas parecían segundos.
Alomejor te cansaste de ver mis minifaldas cayendo al suelo.
Quizás debí susurrarte más al oído palabras sin sentido.
Ahora te digo que tu camiseta, esa que tardó menos de cinco segundos en dejar a la vista ese pecho que cada vez se aceleraba más, está colgada en una percha, en un rincón del armario, por si algún día decides volver.
Que tontería. Olvídalo. Olvidado.

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