domingo, 5 de febrero de 2012

Ed Sheeran.


Labios blancos, cara pálida, cogiendo aire entre copos de nieve que arde en sus pulmones. Las luces se apagan, el día termina, la lucha para pagar el alquiler, largas noches entre hombres desconocidos. Dicen que ella le pega a lo más duro y sueña despierta desde los dieciocho, pero últimamente parece claudicar, débil, cae como un castillo de naipes. Y dicen que la desdicha nunca avisa. Porque somos títeres enloqueciendo por un par de gramos. Ella no quiere salir esta noche, y con el humo de una pipa regresa a casa o vende su amor entre hombres. Hace demasiado frío para que un ángel pueda volar. Un abrigo, unos guantes rasgados, agarrándose a un tablón manteniéndose a flote en soledad, en la humedad. Monedas, billetes, la mirada perdida, la garganta seca, prostituta sin teléfono. Dicen que ella le pega a lo más duro y sueña despierta desde los dieciocho, pero últimamente parece claudicar, débil, cae como un castillo de naipes. Y dicen que la desdicha nunca avisa. Porque somos títeres enloqueciendo por un par de gramos. Ella no quiere salir esta noche, y con el humo de una pipa regresa a casa o vende su amor entre hombres. Hace demasiado frío para que un ángel pueda volar. De blanco un ángel morirá. Ojos cerrados por una vida mejor. Esta vez, esta noche desapareceremos en el firmamento. Dicen que ella le pega a lo más duro y sueña despierta desde los dieciocho, pero últimamente parece claudicar, débil, cae como un castillo de naipes. Y dicen que la desdicha nunca avisa. Porque somos títeres enloqueciendo por un par de gramos. No queremos salir esta noche, y con el humo de una pipa regresamos a casa o vendemos nuestro amor entre hombres. Hace demasiado frío para que un ángel pueda volar, o pueda morir.

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