viernes, 9 de diciembre de 2011

Se nos cae todo el cielo de tanto esperar.

Vulnerable. Contigo o sin ti. Así es siempre. Jodes, vuelves y yo te abro la puerta. Apuesto mi vida a que no vas a encontrar a ninguna tan estúpida como yo. Y me enerva ser tan débil. Dijiste que las promesas siempre se cumplen. Y aquí sigo, esperando que las cumplas. Una vez mencionaste aquello de que sería increíble despertarte a mi lado. Sigo durmiendo sola. Y mi único consuelo es que al menos mis sábanas no tienen tu olor. Hace tiempo que necesito que vengas a buscarme. Porque la lluvia golpea en mi ventana y siempre tengo la esperanza de que seas tú el que tira piedras, empapado de la cabeza a los pies, con un altavoz en las manos gritando que me echas de menos. Pero no. En mis ojos tampoco a dejado de llover. Dijiste que quien no te quiere, no te merece. Ahora lo entiendo. La verdad es que cansa. Cansa tener que limpiarse las lágrimas cada vez que tu madre abre la puerta de la habitación. Recuerdo que una noche me dijiste que estabas hasta las trancas. No debías estarlo tanto, si tan pronto me olvidaste. Lo mejor de todo es que yo también empiezo a olvidarte.



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